lunes, 11 de marzo de 2024

El perro y su reflejo

El perro y su reflejo

Érase una vez un granjero que vivía tranquilo porque tenía la suerte de que sus animales le proporcionaban todo lo que necesitaba para salir adelante y ser feliz.
Mimaba con cariño a sus gallinas y éstas le correspondían con huevos todos los días. Sus queridas ovejas le daban lana, y de sus dos hermosas vacas, a las que cuidaba con mucho esmero, obtenía la mejor leche de la comarca.
Era un hombre solitario y su mejor compañía era un perro fiel que no sólo vigilaba la casa, sino que también era un experto cazador. El animal era bueno con su dueño, pero tenía un pequeño defecto: era demasiado altivo y orgulloso. Siempre presumía de que era un gran olfateador y que nadie atrapaba las presas como él. Convencido de ello, a menudo le decía al resto de los animales de la granja:
- Los perros de nuestros vecinos son incapaces de cazar nada, son unos inútiles. En cambio yo, cada semana, obsequio a mi amo con alguna paloma o algún ratón al que pillo despistado ¡Nadie es mejor que yo en el arte de la caza!
Era evidente que el perro se tenía en muy alta estima y se encargaba de proclamarlo a los cuatro vientos.

Un día, como de costumbre, salió a dar una vuelta. Se alejó del cerrado y se entretuvo olisqueando algunas toperas que encontró por el camino, con la esperanza de conseguir un nuevo trofeo que llevar a casa. El día no prometía mucho. Hacía calor y los animales dormían en sus madrigueras sin dar señales de vida.
- ¡Qué mañana más aburrida! Creo que me iré a casa a descansar sobre la alfombra porque hoy no se ven mariposas.
De repente, una paloma pasó rozando su cabeza. El perro, que tenía una vista envidiable y era ágil como ninguno, dio un salto y, sin darle tiempo a que reaccionara, la atrapó en el aire. Agarrándola bien fuerte entre los colmillos y sintiéndose un auténtico campeón, tomó el camino de regreso a la granja vadeando el río.

Se acercaba el verano y estaba empezando la montaña a deshelar, el perro asombrado por el caudal ya que era mayor que siempre, sorprendido se dijo a sí mismo:

- El sonido del agua es increíble, me asomaré a la orilla para investigar un poco

Siempre tuvo miedo al agua y era la primera vez que se acercaba tanto, cuando vio su propio reflejo aumentado en el agua, creyó que en realidad se trataba de otro perro que llevaba una presa mayor que la suya.

Se sintió muy herido para su orgullo porque él era el mejor cazador que había en la zona, sin darse cuenta soltó su paloma y se lanzó al agua para arrebatarle la paloma al supuesto competidor.

Lo único que consiguió fue mojarse en agua helada, se dio cuenta que tan solo era su imagen reflejada. Entonces se sintió ridículo y le costó salir del río con el frío y encima observando como la paloma se perdía entre los árboles.

Empapado, con las orejas gachas volvió a su casa sin nada y con la vanidad por los suelos.

La moraleja consiste en que si has conseguido algo gracias a tu esfuerzo, siéntete satisfecho y no intentes tener lo que tienen los demás. Sé feliz con lo que es tuyo, porque si eres codicioso, lo puedes perder para siempre.






 

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