Visitar la biblioteca municipal es un hábito que se pierde a pasos agigantados, cada vez este templo de la lectura recibe menos visitas, prácticamente nadie recurre a este lugar para desempolvar los libros de sus estanterías, ni jóvenes, ni niños, ni adultos. La biblioteca se ha vuelto un espacio obsoleto. Lo único importante hoy día son las tecnologías, todo lo hacemos de forma digital, incluso disfrutar de una buena lectura, ya sea desde el móvil, la tablet, el ordenador, el e-book... Pero nada de bibliotecas. Estamos perdiendo ese hábito de entrar en un lugar en el que nos giramos y todo lo que nos envuelve es silencio y libros, algo que nos enriquece muchísimo y aún más a los pequeños.
Es evidente que en este periodo en el que el niño no sabe leer, no va a disfrutar de la lectura en sí, sino que va a disfrutar del proceso que conlleva visitar este templo de los libros. No implica que no reconozca lo que es un libro y qué debe hacerse con él, seguramente se centrará en mirar los dibujos e ilustraciones que le llamen la atención, los colores vibrantes, las páginas, el texto... y tantos otros estímulos que van a favorecer su relación con el espíritu lector.
Algo que ayuda enormemente a confeccionar este acto simbólico de acudir a la biblioteca es sacar un carnet de lector o un carnet de biblioteca. Con él, podemos explicar que cada vez que hagamos una visita, podemos podamos sacar los libros que cuenten las historias en las que nos queramos meter, con las que soñemos por las noches y las que nos descubran un mundo lleno de aventuras; pero al mismo tiempo debemos devolver los libros en un periodo de tiempo establecido, para que todas las personas que también quieran vivir las mismas sensaciones que nosotros, puedan utilizarlo. En definitiva, estamos inculcando en el niño el espíritu de responsabilidad, al mismo tiempo que de disfrute.
Como ya hemos nombrado anteriormente, los beneficios de acercar los libros a los niños son prácticamente infinitos. Crear un hábito de lectura resulta fundamental para el correcto desarrollo y educación de los niños, pero también para los adultos. Leer estimula la creatividad y la imaginación, pero también nos ayuda en nuestra capacidad de concentración y a conseguir una mayor atención, haciéndonos más curiosos y enriqueciendo nuestro vocabulario.
Si todos estos son los beneficios de la lectura en las edades tempranas, ¿qué podemos sacar de ir a la biblioteca? Pues podemos extraer casi tanto aprendizaje como el que extraemos de la propia lectura. Principalmente, consultar los libros en la biblioteca se convierte en una oportunidad para insistir en la importancia de que debemos aprender a cuidar de ellos, más incluso que si fueran nuestros, puesto que se trata de un bien común que otras personas van a utiliza.
Además, la posibilidad de llevar libros a casa que no son nuestros, nos permite mostrar un carácter de desapego por la posesión y la adquisición de más y más cosas. Durante la infancia, somos muy ambiciosos y queremos que todo sea nuestro, sin compartirlo con nadie más, por tanto, debemos aprender tanto a compartir como a tomar cosas prestadas y luego devolverlas de forma sana. Aunque en casa siempre habrá libros, no necesitamos que la colección sea enorme, puesto que podemos acudir a la biblioteca siempre que queramos descubrir una nueva aventura.
Por otra parte, todos conocemos que la biblioteca es el templo de los libros, pero también del silencio. Así es que los más pequeños deben aprender a cumplir una serie de normas de comportamiento que se plantean en las demandas sociales. Empezar a cumplir normas tan sencillas como mantener silencio, puede resultar toda una odisea para un niño, pero debe comprender que existen otros usuarios que quieren disfrutar de la lectura tanto como nosotros y no podemos molestarlos, ponemos en marcha entonces el autocontrol.Por último, una vez que adquieran conciencia sobre sus gustos, es una buena práctica dejarlos escoger sus propias lecturas, el libro en el que quiere permanecer inmersos durante su tiempo de ocio, puesto que les ayudará a desarrollar su capacidad crítica, de decisión a definir sus propios intereses.
En definitiva, las bibliotecas son lugares mágicos donde el tiempo se detiene para dejarnos disfrutar de una afición tan bonita y educativa como es la lectura. Hacer partícipes a los más pequeños de este gran lugar es uno de los mejores regalos que les podemos hacer para su desarrollo personal y educativo.
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